#ElPerúQueQueremos

¿Te hablé alguna vez de Oswaldo Reynoso?

Dos fragmentos.

Publicado: 2016-05-25
Dos fragmentos de dos obras representativas del fallecido hombre alguna vez erróneamente llamado "escritor de cantinas".
Los Inocentes y Luzbel

Ayer falleció Oswaldo Reynoso. Tuve una referencia fugaz a su obra cuando estaba en la escuela. En uno de los antiguos libros de texto de Santillana, antes que se dedicaba casi exclusivamente a la Literatura. Debió ser cuando estaba en cuarto de media porque en esa época era el año en el que se estudiaba Literatura Peruana e Hispanoamericana. 

Era un fragmento de “Los Inocentes”, uno de los pasajes menos polémicos imagino pues no recuerdo mucho el fragmento pero algún vago eco tengo en mi memoria. Quizá se trataba de la escena del Príncipe frente al policía, en la comisaría, mientras tomaban sus datos y le preguntaban lo que había sucedido.

Unos años después, un compañero de la universidad, unos años mayor que yo, a quien admiraba mucho en aquellos días, me condujo a terminar con un ejemplar de “Los Inocentes”. El libro tan corto y tan profundo, tan sensual y tan crudo, definitivamente hermoso.

Llueve, llueve, llueve fino. Llueve líquido algodón. Silueta azul, sudorosa y agitada, torea autos y tranvías. Morado pálido el viento frío. Con “La Tercera” en la mano, como bandera, va saludando a conocidos y cuñados. El asfalto brilla negro y el jebe de los zapatos amarillos resbala en el cemento. La neblina se deshace en la boca como helado de leche. ¡Quién lo hubiera creído!: el Príncipe con foto y todo en “La Tercera” y mañana, seguramente, en los comercios. Olor a lluvia: transpiración densa de barro y cemento; vaho tibio de gasolina y asfalto. Colorete va a tener envidia. El corazón está lleno de azúcar congelada. Autos y tranvías se aglomeran en calles estrechas. Corre, corre apresurado, atropellando gilas, a propósito. Cara de Ángel se quedará con la boca abierta. Ambulantes con carretillas impiden el paso. Pero Corsario con “La Tercera” en alto se desliza veloz, pidiendo perdón a señoritas asustadas. Manos Voladoras estará hablando, hasta por los codos, de su pobre Príncipe. La ciudad despierta de la neblina oscura y entra bulliciosa a la noche iluminada.

Hay una película de 1978 llamada “Cuentos Inmorales”. En ella, uno de los relatos remite justo a “El Príncipe”, del cual acabo de citar un fragmento.

Con el paso del tiempo, he releído ese libro y a esos personajes, a varios de ellos, tan perdidos, tan inocentes en medio de sus irrupciones y rebeldías, dan ganas de cuidarlos, de querer tomar un trago con ellos y conversar. Tal vez decirles lo que no les han dicho, de ayudarles como otros no les han ayudado.   

Dime si al leer a Reynoso no te llama la atención la sensualidad de sus palabras, acompañada de cierta ingenuidad, la misma que sus protagonistas tienen. Se puede percibir también como maneja y disfruta las palabras. Reynoso no son solo narraciones. De “Luzbel”:

Mandil blanco
de la primera puesta
de la tarde colegiala
me llego a ti
con mis alfabetos de agua
y con los puros azules
azules de mis manos
y el azul del lápiz
con que escribí en el viento
mis palotas rotas
Qué fue de aquel
tu bolsón repleto
de mariposas de miel y brisas
Qué fue de aquella
mi pizarra 
que marcó el luto de tus trenzas
Qué fue de la embriaguez
del vino de tus ojos
que maduraban en el mar
Ahora que el recuerdo
se pone tan difícil
vamos tomando las manos
de la tarde -la hermanita buena-
para jugar ronda
en torno de la muerte
Mandil blanco
da para mis manos
el frutos de un rostro.

Oswaldo Reynoso falleció ayer, martes 24 de junio. Nació en Arequipa en 1931. Escritor peruano de la llamada Generación del 50. Amante de la narrativa, de la poesía y de la docencia. Profesor de Lengua y Literatura en la Universidad Enrique Guzmán y Valle, y en otras universidades peruanas. También en Pekín.


Escrito por

Gustavo Obando Castillo

Educador, alguna vez aspirante a escritor. Resucitado book lover.


Publicado en

Mango Street

Porque me hacía falta leer y escribir sobre lo que leía.